
Después de esa noche
Él murió en mis brazos,
no quise que muriera
pero mis deseos en llamas ardían
y mis gritos no se escuchaban
Ni yo los podía oír
por mi ensordecedor llanto
el dolor lentamente me alejaba
Carcomía mi alma,
aturdía mis movimientos
Mi sangre afloraba y se mezclaba con la suya
haciendo una sola, una homogénea,
Sin distinción,
pues las dos eran derramadas por el dolor.
Ya no existían pensamientos míos,
mi piel se sentía dura, áspera y fría,
pero luego me di cuenta
de que era el roce de su carne
Que ya estaba muerta, que no servía
Todo era inútil
Mi llanto, mis gritos, mi sangre-su sangre
y todo el sufrimiento dentro de mí,
Todo era en vano
¿Porqué, Dios, no escuchó mis plegarias?
¿Porqué, de a poco, me quedaba sin fuerzas?
Ni siquiera mi respiración controlar podía
porque ya no era cálida,
Era acelerada y fría.
Mis manos secas ardían,
Mis ojos húmedos se rendían,
Mi cuerpo iba perdiendo la movilidad
la única sensación que sentía
era el de su pesado cuerpo,
sin sangre y desteñido,
en mis brazos débiles sin autonomía,
Mi cuerpo temblando respodía,
al dolor profundo que sentía,
Pero cerré mis ojos,
Y por última vez llevé
su cuerpo duro al mío,
Lo abracé con fuerzas,
hasta quedarme dormida.
Más tranquila, me mecía,
con la mente congelada y sombría
fui sintiendo la sangre correr por mis venas
que antes, estancada se mantenía,
El frío viento chocaba con mis rostro,
secando las últimas lágrimas que caían,
Mi corazón de cristal sentía,
Que por un precipicio lo arrojaban y caía,
Caía, caía, hasta golpear contra un profundo océano azul,
pero no se hundía, flotaba,
Las olas se burlaban de su debilidad
vacilaban, meciéndolo de acá para allá,
Pero no se rendía
porque tocar fondo quería.
Las aguas se teñían
de una amarga melodía
ya nada se podía esperar,
Sólo a lo lejos se sentía
el olor del fuego de su ira,
Mi corazón de cristal sentía,
que por primera vez podía
dejarlo todo atrás.
pero no había opción de elegir
hundirse quería.
Encontrar el límite pretendía
hasta que las aguas se rendían
porque mi corazón quemaba los mares
y entregarse a las aguas quería.
Estaba sumergida ,
como mi corazón frágil en agonía
encontrar el fin quería
para borrar mis lamentos,
mi dolor, mi furia, mi sangre-su sangre.
Si el tiempo no podía volverlo atrás,
Si a él no podía regresarlo a mi vida
ya razones de vivir no habían.
No había fuerza que me sostenía,
ni yo las tenía para seguir respirando,
ni llorando, ni gritando, ni para equilibrarme, me caía.
Todo se deshacía...moría con él
y con mi espiritú y con mis deseos y fuerzas
Pero el límite sí existía....mi fin.
Él murió en mis brazos,
no quise que muriera
pero mis deseos en llamas ardían
y mis gritos no se escuchaban
Ni yo los podía oír
por mi ensordecedor llanto
el dolor lentamente me alejaba
Carcomía mi alma,
aturdía mis movimientos
Mi sangre afloraba y se mezclaba con la suya
haciendo una sola, una homogénea,
Sin distinción,
pues las dos eran derramadas por el dolor.
Ya no existían pensamientos míos,
mi piel se sentía dura, áspera y fría,
pero luego me di cuenta
de que era el roce de su carne
Que ya estaba muerta, que no servía
Todo era inútil
Mi llanto, mis gritos, mi sangre-su sangre
y todo el sufrimiento dentro de mí,
Todo era en vano
¿Porqué, Dios, no escuchó mis plegarias?
¿Porqué, de a poco, me quedaba sin fuerzas?
Ni siquiera mi respiración controlar podía
porque ya no era cálida,
Era acelerada y fría.
Mis manos secas ardían,
Mis ojos húmedos se rendían,
Mi cuerpo iba perdiendo la movilidad
la única sensación que sentía
era el de su pesado cuerpo,
sin sangre y desteñido,
en mis brazos débiles sin autonomía,
Mi cuerpo temblando respodía,
al dolor profundo que sentía,
Pero cerré mis ojos,
Y por última vez llevé
su cuerpo duro al mío,
Lo abracé con fuerzas,
hasta quedarme dormida.
Más tranquila, me mecía,
con la mente congelada y sombría
fui sintiendo la sangre correr por mis venas
que antes, estancada se mantenía,
El frío viento chocaba con mis rostro,
secando las últimas lágrimas que caían,
Mi corazón de cristal sentía,
Que por un precipicio lo arrojaban y caía,
Caía, caía, hasta golpear contra un profundo océano azul,
pero no se hundía, flotaba,
Las olas se burlaban de su debilidad
vacilaban, meciéndolo de acá para allá,
Pero no se rendía
porque tocar fondo quería.
Las aguas se teñían
de una amarga melodía
ya nada se podía esperar,
Sólo a lo lejos se sentía
el olor del fuego de su ira,
Mi corazón de cristal sentía,
que por primera vez podía
dejarlo todo atrás.
pero no había opción de elegir
hundirse quería.
Encontrar el límite pretendía
hasta que las aguas se rendían
porque mi corazón quemaba los mares
y entregarse a las aguas quería.
Estaba sumergida ,
como mi corazón frágil en agonía
encontrar el fin quería
para borrar mis lamentos,
mi dolor, mi furia, mi sangre-su sangre.
Si el tiempo no podía volverlo atrás,
Si a él no podía regresarlo a mi vida
ya razones de vivir no habían.
No había fuerza que me sostenía,
ni yo las tenía para seguir respirando,
ni llorando, ni gritando, ni para equilibrarme, me caía.
Todo se deshacía...moría con él
y con mi espiritú y con mis deseos y fuerzas
Pero el límite sí existía....mi fin.
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